El premiado documental «AlphaGo» de DeepMind cumple cuatro años. Trata de un duelo épico entre el genio humano y la inteligencia de las máquinas. Se centra en el antiguo juego del Go, conocido por su profundidad estratégica y su complejidad
Tren 37
En la segunda partida de la histórica serie entre AlphaGo y el maestro surcoreano de Go Lee Sedol, AlphaGo realizó una jugada que conmocionó al mundo. La jugada 37 fue un momento de pura brillantez e innovación. La IA eligió una posición que desafiaba todas las convenciones y expectativas humanas. Mientras que los jugadores humanos habrían descartado esta jugada como un error, AlphaGo reconoció una oportunidad estratégica que nadie había visto antes. Esta jugada simbolizó una nueva era en la que la inteligencia artificial no sólo podía imitar la creatividad humana, sino incluso superarla. Fue un momento en el que se demostró que las máquinas podían pensar de un modo mucho más allá de la comprensión humana.
Este tren no sólo fue una obra maestra técnica, sino también un momento simbólico que demostró que la IA no sólo puede imitar las capacidades humanas, sino incluso superarlas. Fue una demostración de que las máquinas son capaces de una forma de creatividad que antes solo atribuíamos a los humanos.
Tren 78
Pero en la cuarta partida, tras tres derrotas, Lee Sedol demostró que la mente humana es impredecible y brillante. Su jugada 78, conocida como «la jugada de Dios», sorprendió a AlphaGo y le dio la única victoria de la serie. Fue un momento triunfal para la intuición y la creatividad humanas.
El documental muestra de forma impresionante que las máquinas pueden llegar a ser más inteligentes que los humanos a largo plazo. Pero son estos raros pero significativos momentos de ingenio humano los que siguen sorprendiéndonos e inspirándonos. God’s Move», de Lee Sedol, nos recuerda que hay aspectos del ser humano que ni siquiera las máquinas más avanzadas pueden reproducir: La capacidad de actuar de forma creativa e inesperada a partir de la nada.
El regreso
Seis años después de la innovadora victoria de AlphaGo sobre Lee Sedol, parecía que el dominio de la inteligencia artificial en el juego del Go era imparable. Pero el jugador estadounidense Kellin Pelrine derrotó a dos de las IA de Go más potentes, KataGo y Leela Zero, aprovechando una debilidad estratégica de las máquinas.
Pelrine utilizaba un método en el que encuadraba las piezas del adversario mientras distraía a la IA en otro lado del tablero. Esta estrategia, fácilmente reconocible para los humanos, pasó desapercibida para la IA. Esta victoria pone de manifiesto una debilidad fundamental de los sistemas de IA: su incapacidad para generalizar situaciones que no han experimentado explícitamente.
El informático Stuart Russell subraya que quizá nos hemos precipitado al atribuir a las máquinas una inteligencia sobrehumana. Los recientes éxitos de jugadores humanos demuestran que la mente humana puede seguir siendo superior en su creatividad e imprevisibilidad, incluso en un mundo cada vez más caracterizado por la IA.
El desarrollo de AlphaGo y las recientes victorias de jugadores humanos sobre IAs de Go demuestran que la relación entre el hombre y la máquina no tiene por qué caracterizarse únicamente por la competición.
Fuentes: