Marathon
@alpha avenue / Midjourney
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La revolución de la IA: es una maratón, no un sprint

Cuando vi la charla TED de Eric Schmidt sobre la revolución de la IA, tuve uno de esos raros momentos de revelación, en los que de repente todas las piezas del rompecabezas encajan y se forma una imagen más clara. El antiguo director ejecutivo y presidente de Google no se limitó a hablar de tecnología, sino que esbozó una visión de nuestro futuro colectivo que es tan fascinante como desafiante.

Lo que más me impresionó fue que Schmidt afirma que la revolución de la IA no es exagerada, como muchos piensan, sino que, de hecho, está subestimada. En una época en la que la IA acapara los titulares de los medios de comunicación, esto puede parecer paradójico a primera vista. Sin embargo, sus argumentos son convincentes.

El momento de silencio que lo cambió todo

Schmidt comienza su relato con un momento histórico que tuvo lugar en 2016, pero que pasó prácticamente desapercibido para el gran público. El sistema de IA AlphaGo realizó un movimiento en el juego del Go que ningún ser humano había imaginado en los 2500 años de historia de este juego. Un algoritmo había creado algo genuinamente nuevo.

«¿Cómo es posible que nuestros ordenadores hayan podido desarrollar algo en lo que los seres humanos nunca habían pensado? Quiero decir, se trata de un juego al que juegan miles de millones de personas», pregunta Schmidt retóricamente. Para él, ese momento marcó el verdadero comienzo de la revolución de la IA, mucho antes de que ChatGPT electrizara al público.

Lo que me fascina de esta historia es que no se trata de una IA que imita o supera a los humanos, sino de una que piensa de una manera fundamentalmente diferente y encuentra soluciones que están fuera de nuestro horizonte humano.

Por qué subestimamos la revolución de la IA

Probablemente, la mayoría de nosotros tuvimos nuestro primer momento «wow» con la IA a través de ChatGPT o modelos de lenguaje similares. Sin embargo, Schmidt argumenta que solo estamos rascando la superficie si consideramos la IA principalmente como una impresionante herramienta de escritura.

«Desde ChatGPT, los avances en el llamado aprendizaje por refuerzo, que ayudó a desarrollar AlphaGo, nos han permitido llevar a cabo la planificación», explica Schmidt. Describe cómo los sistemas modernos, como «3o» de OpenAI o «R1» de DeepSeek, pueden llevar a cabo procesos de planificación complejos, avanzando y retrocediendo, sopesando opciones y desarrollando estrategias.

Mientras pensaba en ello, me di cuenta de que no nos enfrentamos a una mejora incremental de las tecnologías existentes, sino a un cambio fundamental en la forma en que las máquinas resuelven los problemas. El propio Schmidt utiliza esta tecnología para familiarizarse con áreas complejas, como la tecnología de cohetes de una empresa que ha adquirido. Según él, la potencia de cálculo que se esconde en solo 15 minutos de uso de la IA es «extraordinaria».

Del lenguaje a la estrategia: la siguiente etapa de la evolución

¿Qué vendrá después? Schmidt esboza un desarrollo fascinante: «Se ve la transición del lenguaje al lenguaje, luego del lenguaje a la secuencia, como ocurre en la biología. Ahora, básicamente, se hace planificación y estrategia».

La visión de futuro que esboza es un mundo en el que los agentes de IA controlan procesos empresariales completos, se comunican entre sí y coordinan tareas complejas. Estos sistemas no solo reaccionarán, sino que planificarán, descubrirán y colaborarán de forma proactiva.

No pude evitar pensar en todos los procesos empresariales repetitivos que aún hoy realizan las personas, y en cómo sería un mundo en el que estas tareas las realizaran sistemas inteligentes, mientras que las personas podrían concentrarse en actividades más creativas y satisfactorias.

Los obstáculos en el camino: energía, datos y conocimientos

Sin embargo, esta visión se enfrenta a retos tangibles. Schmidt identifica tres problemas principales:

  1. Necesidad de energía: «Necesitamos 90 gigavatios más de electricidad en Estados Unidos», explica Schmidt, lo que equivale a 90 centrales nucleares . La potencia de cálculo necesaria para los sistemas avanzados de IA es enorme y crece exponencialmente.
  2. Escasez de datos: «Hemos agotado los datos, así que tenemos que empezar a generarlos». Los datos disponibles públicamente en Internet ya no son suficientes para entrenar a la próxima generación de modelos de IA.
  3. Límites del conocimiento: quizás el reto más fascinante es la capacidad de descubrir algo realmente nuevo. Schmidt explica cómo suelen producirse los avances científicos: una persona brillante reconoce un patrón en un campo que tiene similitudes con otro campo completamente diferente y transfiere herramientas de uno a otro. «Hoy en día, nuestros sistemas no pueden hacer eso».

Estos obstáculos ponen de manifiesto que la revolución de la IA es, en realidad, una maratón, con retos técnicos, logísticos y conceptuales que deben resolverse.

La carrera geopolítica: EE. UU. contra China

Un aspecto que me hizo reflexionar especialmente fue el análisis de Schmidt sobre la dimensión geopolítica. Él ve una «lucha decisiva» entre EE. UU. y China por el dominio de la IA, que podría tener consecuencias de gran alcance.

Mientras que EE. UU. apuesta por modelos cerrados y seguros, China tiende hacia marcos de código abierto como DeepSeek, sistemas eficientes accesibles para todos. «El enfoque de código abierto de China podría democratizar la IA… o utilizarla como arma», advierte Schmidt .

Lo que está en juego es nada menos que la «perturbación mutuamente asegurada». Si una nación consigue una ventaja decisiva en el desarrollo de la IA superinteligente, sus rivales podrían recurrir al sabotaje. «Imagínese hackear o incluso bombardear centros de datos», dice Schmidt con seriedad.

Estas ideas me recordaron las tensiones de la Guerra Fría, solo que esta vez no contamos con un marco diplomático para gestionar los conflictos impulsados por la IA. «Estamos repitiendo 1914», advierte Schmidt, refiriéndose al temor de Kissinger a una guerra accidental. «Necesitamos normas antes de que sea demasiado tarde».

Dilemas éticos: seguridad frente a vigilancia

La naturaleza dual de la IA, útil y potencialmente peligrosa al mismo tiempo, nos obliga a tomar decisiones difíciles. La prevención del uso indebido (por ejemplo, para armas biológicas o ciberataques) conlleva el riesgo de crear un estado vigilante.

Schmidt aboga por «pruebas de humanidad» criptográficas sin revelar la privacidad: «Las pruebas de conocimiento cero pueden verificar la humanidad sin revelar identidades».

También destaca la importancia de un «control humano significativo», refiriéndose a la doctrina del ejército estadounidense. Al mismo tiempo, critica una regulación demasiado estricta: «Detener el desarrollo de la IA en un mercado global competitivo es ingenuo. En su lugar, deberíamos establecer unas directrices».

Encontrar este equilibrio, entre innovación y seguridad, entre progreso y control, me parece uno de los mayores retos sociales de nuestro tiempo.

Las promesas más brillantes: curar enfermedades, descifrar la física, formar a miles de millones

A pesar de todos los riesgos, Schmidt irradia optimismo. La IA podría erradicar enfermedades al acelerar el desarrollo de medicamentos: «Una organización sin ánimo de lucro quiere cartografiar todos los objetivos «medicamentosos» de la humanidad en dos años». Otra startup afirma que puede reducir el coste de los ensayos clínicos diez veces.

En el ámbito de la educación, los tutores de IA podrían personalizar el aprendizaje de cada niño, en cualquier idioma. Schmidt pregunta retóricamente: «¿Por qué no tenemos cada persona del planeta su propio tutor en su propio idioma para ayudarle a aprender algo nuevo?».

Estas visiones de un futuro mejor nos recuerdan que la revolución de la IA no solo plantea retos, sino también enormes oportunidades.

Una maratón, no un sprint: cómo debemos afrontar el cambio

Para aquellos que se sienten abrumados por los rápidos cambios tecnológicos, Schmidt ofrece un consejo: trate esta transición como una maratón, no como un sprint.

«Recuerde que esto es una maratón, no un sprint», afirma Schmidt. «Mi consejo para todos ustedes es: súbanse a la ola, pero súbanse todos los días. No lo vean como algo episódico».

Schmidt destaca que todos tenemos una razón para utilizar esta tecnología, ya sea como artistas, profesores, médicos, empresarios o técnicos. «Si no utilizan esta tecnología, no serán relevantes en comparación con sus grupos de referencia, sus competidores y las personas que quieren tener éxito. Adóptenla y háganlo rápidamente».

Estas palabras me impactaron profundamente. Me recordaron que el cambio tecnológico no requiere una adaptación puntual, sino una disposición continua para aprender y evolucionar.

Conclusión: el avance más importante en 500-1000 años

Schmidt concluye con una valoración notable: «La llegada de esta inteligencia, tanto a nivel de IA, la AGI, es decir, la inteligencia general, como a nivel de superinteligencia, es lo más importante que sucederá en la sociedad humana en unos 500 años, quizá 1000, y sucederá durante nuestra vida».

Después de ver esta fascinante conversación, estoy convencido de que la revolución de la IA es realmente una maratón, no un sprint. Requiere perseverancia, pensamiento estratégico y la voluntad de adaptarse continuamente. Trae consigo enormes retos —técnicos, éticos, geopolíticos—, pero también oportunidades sin precedentes.

Lo que más me ha impresionado es la capacidad de Schmidt para reconocer el poder transformador de esta tecnología y analizar con objetividad sus riesgos. Su mensaje es claro: estamos al comienzo de una nueva era y la forma en que la configuremos marcará los próximos siglos. Es una maratón y acabamos de empezar.

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=id4YRO7G0wE

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Justus Becker

I have a passion for storytelling. AI enthusiast and addicted to midjourney.
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